Foto Nani ©
Me quedé mirando como brillaban las ardientes llamas y como intentaban alcanzar la cima cada una de ellas. Hacían peticiones, súplicas fervorosas, desesperadas, anhelantes, pero todas y cada una de ellas, llegaban por algún motivo. Las menos ardían para agradecer, aunque sí para cumplir una promesa de fe. Allí no llegaban por casualidad. Muchas veces se trataba de costumbre, superstición y otras miedo, mucho miedo. Cuando se presentaba una enfermedad, un inconveniente o una mala racha, era cuando pensaban en ir a cumplir la promesa u ofrecer un sacrificio. A veces les escuché decir que había que tenerles contentos para que no se enojaran, que ellos eran vengativos, pero nunca pensaron que la vida era un cúmulo de casualidades, causalidades, costumbres, tradiciones y que los seres humanos, nos movemos por miles de impulsos.
Nani. enero de 2012.